
Enseñar el proceso de resolución de conflictos a los niños y adolescentes, es función de toda persona desde el punto de vista educativo, no podemos pretender que sepan cómo no robar o no agredir físicamente a otra persona si no se les ha enseñado.
La resolución de conflictos no tiene que estar separada de los valores. Con la aplicación de la Metodología Participativa, los valores que suelen ser muy abstractos, deben transformarse en una serie de acciones concretas que se practican continuamente, con el propósito de que lo aprendido se aplique en la Escuela, en el Hogar y en su convivencia social.
Este proceso consta de tres preguntas básicas. Las cuales serán explicadas mediante un ejemplo.
Conflicto: Agresión Física.
1. Interiorización: ¿Cómo se sentiría usted si fuera agredido físicamente?
2.Trabajo en equipo: Cada uno expone y escucha al resto.
3. Acuerdos:
3.1 ¿Qué norma de convivencia vamos a establecer? No agredirse físicamente.
Aspectos importantes sobre la norma
Las normas deben ser lo más clara y breve posible. Se consigue redactar con la ayuda de los menores y la guía del adulto.
* ¿Quién controla esta norma? Los mismos menores.
* ¿Cómo la controlan? Separándolos(as) y si no pueden, pedir ayuda al adulto más cercano al hecho.
3.2 ¿Qué consecuencia vamos a establecer para ayudarle al que le cuesta cumplir la norma? Separarse de la actividad o grupo.
¿Qué se está propiciando con esta resolución de conflictos?
El agresor debe controlarse y separarse, el agredido aprender a defenderse diciendo que no, se separa y pide ayuda.
El adulto y los menores, deben siempre mantener una actitud comprensiva hacia quien cometió el error, es normal el fallo humano al no cumplir una norma, nadie debe etiquetarlo(a) por el error cometido, muy por el contrario el grupo debe ayudarlo a que consiga cumplir la norma, si es reiterativo y no hace caso, ellos deben informar al adulto para que intervenga.
Si llegamos a acuerdos, tenemos que ceder, para que la norma beneficie a todos.
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